Hoy, en pleno proceso de descarbonización, el rol del gas natural no se reduce: se redefine. Su capacidad de respaldar el desarrollo acelerado de las energías renovables lo convierte en el combustible de la transición.
Cuando hablamos de transición energética, tendemos a pensar exclusivamente en el futuro. En energías verdes, en tecnologías disruptivas, en un sistema completamente renovable. Pero para que esa visión se haga realidad, primero debemos mirar el presente. Y en ese presente, el gas natural sigue siendo un actor imprescindible.
Hace 25 años, la puesta en marcha del Gasoducto NorAndino marcó un antes y un después para el norte de Chile. Fue mucho más que la llegada de un nuevo combustible: fue el inicio de una transformación energética, industrial y ambiental. Una historia de cooperación entre países, entre empresas, entre comunidades. Una historia de visión compartida y compromisos a largo plazo.
Desde entonces, la infraestructura gasífera del norte ha demostrado ser una herramienta estratégica, aportando flexibilidad al sistema, asegurando el abastecimiento para la gran minería y permitiendo una significativa reducción de emisiones. El terminal de GNL Mejillones y su emblemático tanque —el más grande de Sudamérica— son testimonio del valor de anticiparse a las necesidades de un país en constante evolución.
Hoy, en pleno proceso de descarbonización, el rol del gas natural no se reduce: se redefine. Su capacidad de respaldar el desarrollo acelerado de las energías renovables lo convierte en el combustible de la transición. Porque no basta con cerrar plantas a carbón, debemos tener la certeza de que contamos con una matriz energética segura, estable y adaptativa.
La integración energética con Argentina también nos muestra un camino. La posibilidad de intercambios bidireccionales de gas no solo fortalece la seguridad energética, sino que refuerza los lazos de cooperación en un contexto de desafíos globales como el cambio climático.
La transición energética no será exitosa si la pensamos solo en términos de electrones. Necesitamos también las moléculas. Necesitamos flexibilidad, resiliencia, y una mirada integradora que no enfrente lo nuevo con lo existente, sino que aproveche lo mejor de ambos mundos.
A través de este gran hito, la conmemoración de los 25 años de la llegada del gas natural al norte del país, celebramos el pasado, pero también reafirmamos un compromiso con el presente y con el futuro: impulsar una transición energética segura, limpia, flexible y justa para todas y todos.
Pilar Acevedo, Managing Director Networks en ENGIE Chile.